Las expectativas, temores y anuncios de los últimos tiempos permiten catalogar el inmediato futuro del país como un escenario de mediana incertidumbre. En este ensayo pretendo identificar cinco espacios estratégicos entre los que se podría mover “la cosa política”, de modo que sirva a los electores y analistas para definir las candidaturas y sus preferencias.
Lo primero, es significar que
normalmente las elecciones uninominales, como son las presidenciales, se definen
entre dos polos de tensión. Los electores deciden entre más de lo mismo o algo
distinto. En este caso, identificamos dos espacios que, a pesar de ser
antípodas, representan más de lo mismo, de la política de los últimos cuatro
períodos presidenciales y que ha generado altos niveles confrontación y
saturación y, tres espacios que podrían representar, de alguna manera, el algo
distinto.
Segundo, es importante tener en
cuenta que los análisis no se deben quedar en nombres de candidatos, de sus
trayectorias, capacidades e incluso el temperamento, como suele ocurrir, sino
de los escenarios que representarían para determinar sus opciones más realistas
de aquí a las elecciones.
En tercer lugar, es clave que el
objeto de análisis se centre en la primera vuelta presidencial, pues como se
sabe, al final en la segunda se definirá quien sale elegido y el resto se
acomodarán de acuerdo a sus intereses o eventuales afinidades.
Además, es necesario considerar
que una cosa son las elecciones presidenciales y otra muy distinta las de Congreso
y que, por mucho que se pretendan predefinir opciones con base en apoyos
políticos, los congresistas una vez elegidos en marzo y con su curul en mano,
ya no juegan a fondo y en su apetito y ambiciones no tienen recato en moverse para
tratar de apostar a ganador.
Tal como están las cosas y ante
la variopinta cantidad de aspirantes y la incertidumbre entre los espacios como
aparecen, hoy no parece probable que alguien gane en primera vuelta. Algunos de los muchos que aparecen hoy podrían servir eventualmente como fórmulas vicepresidenciales aunque es preciso tener claro que un vicepresidente si no le asignan algunas funciones administrativas u operativas, queda relegado como una llanta de repuesto al lugar más profundo y oscuro del baúl del carro,
Por último, es importante agregar
que en este régimen presidencialista llevado a extremos, en el que todo el
poder está concentrado en un individuo, quien además de someter al Congreso y
la justicia, por la vía de incentivos financieros, ahora llamados “mermelada”, repartidos
entre la clase política, justicia, los organismos, de control, los aparatos seguridad del Estado, igual hace con la
gran empresa y los medios de comunicación. Así, nos encontramos que todos los
posibles candidatos presidenciales están haciendo curso para autócrata, si
seguimos la premisa del célebre economista peruano Hernando De Soto cuando
afirma que, por la vía electoral, cada tanto escogemos por voto a nuestro
dictador, tema sobre el cual trato a profundidad en un libro que acabo de
terminar y, que muy probablemente saldrá con el título Autocracias Electorales
en América Latina.
Una vez en el poder, si hacen,
realmente hacen lo que les viene en gana, y cuentan con el respaldo de una
serie de analistas y opinólogos que afirman sin empacho que para eso los
eligieron y que al tener el poder lo que deben hacer es mandar. Al fin y al
cabo, los ejes centrales de la política colombiana en los últimos tiempos han
sido el clientelismo y el populismo, donde no hay ni ha habido posibilidades de
construir un sistema de pesos y contrapesos, como le llaman los norteamericanos el check and balance.
Los espacios, posturas o bloques, o campos como les denominaría Bourdieu, serían: De transición, Anti
acuerdo, Nacionalista, Anti-todo y, Nuevo país.
Por lo menos los cuatro primeros adolecerán
de propuestas estratégicas con visión de país a diez o veinte años. A modo de ejemplo,
pensemos que la FAO y la UNESCO han dicho desde hace ya varios años que
Colombia es uno de los pocos países que se podría convertir en una despensa alimentaria
del mundo. Ni el gobierno, ni los políticos, ni las universidades, ni los
poquísimos centros de estudio, ni nadie se percata y es capaz de impulsar un
ideario de esa naturaleza que le defina un perfil a Colombia basado en
principios de soberanía alimentaria, desarrollo e integración.
Los dos primeros, como polos
opuestos en el mismo paradigma de la paz o la guerra, como dos caras de una
misma moneda, tienen asegurado su espacio en la contienda electoral, mientras
que los graves problemas estructurales se dejan sin atender y, cada día
empeoran más. Claro que las candidaturas a pesar de tener muy definidas sus
posturas sobre el tema y contar con sólidos respaldos deberían tratar de
mantener algo de distancia con los dos personajes que los han representado en
estos dieciséis años, Santos y Uribe.
Política de Transición
Nadie que sea tan obtuso de
tratar de parecerse a Santos podrá pelechar, pues la personalidad mitómana y
manipuladora del presidente es difícil de emular, y buena parte del país está
notificado de su perversidad. De otro lado, Uribe se está quedando sin
política, pues desde 2001 su discurso ha sido acabar con las Farc y, mal o bien,
con los cuestionados acuerdos de Santos, esa organización desaparece, al menos
como marca. Encima de ello, la omnipresencia de Uribe desde hace casi veinte años
tiene saturados los espacios de comunicación, pues al menos cinco o seis veces
cada día la gente lo escucha sobre lo divino y lo humano, produciendo una
saturación cercana al hartazgo.
En ese orden de ideas, los dos
primeros espacios de acción se delinearán en torno de propuestas de profundizar
la llamada reconciliación y el postconflicto y abrir espacios a los exguerrilleros
y narcotraficantes para “construir una paz estable y duradera”, que los otros
consideran la entrega del país a los bandidos. Será una fórmula de populismo y
clientelismo politiquero con algo de discurso de izquierda que prometerá acabar
con los pobres y eliminar las injusticias, en una especie de socialdemocracia reivindicativa.
Representa la alianza entre la vieja y costosa oligarquía bogotana y de otras
grandes ciudades, con los dineros del narcotráfico y la guerrilla.
Ese bloque estaría integrado por
los electores de los partidos Liberal y de la U., con sectores intelectuales y,
amigos viejos y recientes de las Farc. En ese espacio hay una proliferación de
aspiraciones que van desde Galán, Benedeti, Roy Barreras, Naranjo, Humberto De la Calle y otros más que podrían salir de esas toldas. Ahí ya hay un avance importante, pues Don Timochenko,
como habrá que llamarle por ahora, decía con bastante realismo, que había que
hacer una alianza para la transición con un candidato que fuera garantía para
ambas partes y que, según pareciera no podría ser otro que De la Calle.
En la primera vuelta presidencial
en el 2014, Santos a pesar de todo el poder del gobierno y de los medios apenas
llegó a 3,3 millones de votos, lo que permite pensar que este bloque podría acercarse
a los cuatro millones si se le suman los sectores de izquierda que están
jugados por esa opción.
Política Anti-acuerdo
Liderada por Uribe y su partido,
Centro democrático, aparece la opción que se opone por principio al Acuerdo
Santos-Farc y que seguirá con su postura marcada de no a la impunidad y la
entrega del país al “Castro-Chavismo”. Esta opción política representa un voto programático aunque con un fuerte componente caudillista por la sobresaliente figura de su inspirador.Se podrán presentar, de acuerdo con los
precandidatos de esa corriente, algunas iniciativas adicionales relacionados
con la autoridad, el orden y el manejo responsable de la economía. Ahí aparecen hasta ahora Oscar Iván Zuluaga, Carlos Holmes Trujillo, Iván Duque y Luis Alfredo Ramos. En su estilo,
Uribe jurará que garantiza el debate abierto y democrático, pero al final se terminará escogiendo el desus preferencias..
Este grupo, de acuerdo con los
resultados de mayo de 2014, en que Zuluaga obtuvo 3,7 millones de votos, es un voto
independiente de las seducciones del poder y cautivo afecto al expresidente,
pues ninguno de sus precandidatos tiene nada que aportar como base electoral.
Sin embargo, por el desgaste de la puja anti-Santos y la sobresaturación de la
figura de Uribe, podría incluso perder algo esta vez, para quedar en poco menos
de los tres y medio millones.
Política Nacionalista
Como una opción que se desmarque
de las dos anteriores y que trate de representar algo distinto, surge un
espacio que parece irse abriendo camino, bastante populista, clientelista, que
llame a la autoridad, a la recuperación del orden y una forma reinventada de
nacionalismo criollo. Se enmarca dentro de una nueva tendencia que se está presentando en algunas partes del mundo, basada en el populismo personalista, autocrático y nacionalista. Reconocerá los acuerdos, pero les pondrá freno en tiempos
y en intensidad de su ejecución, tratando de presionar alguna forma de matizar
los puntos más conflictivos en que se centran las dos posturas anteriores.
Se dirá, por ejemplo, que en su
gobierno nadie le va a decir a Colombia cómo manejar sus relaciones y sus
problemas, por supuesto, no Cuba, ni Venezuela, ni Ecuador, y menos, Nicaragua;
reclamando soberanía, autonomía y carácter del gobierno para manejar sus
asuntos internos sin las meloserías de Santos con los vecinos.
Se dirá por supuesto que los
bandidos narcoguerrilleros no se van a tomar el país por vía de los acuerdos y
que una cosa es la paz y otra la entrega, pues lo que se necesita en Colombia
es eficiencia en la gestión del Estado y la recuperación del orden y los
valores tradicionales. Ahí aparece con gran opción Vargas Lleras al
que se suma la propuesta desde un perfil religioso del exprocurador Ordoñez, que está
por verse si recoge algunos sectores católicos y conservadores a ultranza.
Electoralmente no hay fuertes indicios
de qué guarismos pudieran alcanzar, vista la primera vuelta del 2014, aunque
por los resultados al congreso y elecciones locales del partido de Vargas
Lleras, podría esperarse que obtenga entre uno y 1,5 millones. Aunque, ojo, si
se abre camino esta política, con una campaña efectista y populista podría
volverse definitiva y jugar a fondo en la primera vuelta, arrastrando votos de
los dos anteriores bloques.
Política Anti-todo
En la puja inicial estarán otros
muchos con posturas un poco más descoloridas, algunos tratando de conseguir
reconocimiento y fuerza electoral propia. Entre ellos aparecen los candidatos
de una izquierda ya tradicional menguada y dividida, que se repartirá sus votos
entre Clara, Robledo y Petro. Sus
propuestas serán como siempre son bastante ideologizadas, anti-capitalistas, clasistas obrero-populares-campesinas, y con
llamado a la movilización de las masas para construir un país arrebatándolo a
las oligarquías explotadoras. En relación con el proceso de paz, no tendrá
queja ni reparo e insistirán, como el primer bloque, que es lo mejor que le
hubiera podido ocurrir al país en el último medio siglo.
Este espacio no cuenta con lo que
pudieran movilizar electoralmente las Farc, que jugarán a sus propios intereses
en la política de Transición. Así las cosas, podría ser también, si van unidos
algo bastante improbable, que sumen alrededor de millón y medio de votos.
En este bloque aparece igualmente
la propuesta solitaria, de quien por su estrategia comunicativa algunos la ven camorrera, Claudia López, quien aportará a la
campaña el oficio de sacarle los cueros al sol, al resto. Si sigue su política
de pelearse con todos, de descalificar a todos y abanderando su anunciada
propuesta anti-corrupción, se quedaría en este espacio; sin embargo, si hace una campaña más propositiva, mas reposada y más inteligente, podría ubicarse en el campo siguiente, de Nuevo país.. Bastante loable y complicada la campaña, en un país en que se ha
generalizado el clientelismo, la corrupción y la cultura mafiosa, resumida en la "ley del vivo". No es posible
aventurar electoralmente qué pueda obtener si va hasta la primera vuelta en este espacio.
Política de Nuevo país
A pesar de estos los cuatro espacios
estratégicos que parecieran no llevar a ninguna parte, habría posibilidades de
una quinta opción, que demostraría hasta qué punto este país ha evolucionado y
alcanzado un importante nivel de madurez política. Es una opción independiente, más des-ideologizada y pragmática, Sería una especie de postura
más centrista, más realista, más prospectiva, con la sugerencia de un nuevo modelo
de país después de las refriegas violentas y verbales de todos estos años. Que proponga
pasar la página, ajustar y arreglar los cuellos de botella de la justicia, la
salud, la educación; que promueva el fortalecimiento regional y de las ciudades
en este país con casi el 80% urbano -alguien decía que si queremos cambiar el
país hay que mejorar las ciudades-. Una propuesta que empiece a reducir el
centralismo presidencialista, que se comprometa con acabar la impunidad y remplazar
la politiquería y el clientelismo por la meritocracia de verdad, no de papel.
Una opción que plantee una visión
de país a mediano y largo plazo. Algo sencillo, claro, poderoso y cautivante, que
sea capaz de estimular la acción, como por ejemplo lo hizo ya hace 45 siglos Moisés,
a quien se podría llamar el padre de la comunicación política: conducir a su
pueblo a la tierra prometida, donde habría ríos de leche y miel.
Habría dos antecedentes para
pensar en ello. En la primera vuelta presidencial en 2014 los dos candidatos polarizados
obtuvieron votaciones así: Zuluaga 3.769.005, Santos 3.310.794. Entre tanto,
las opciones de Marta Lucía Ramírez, Clara López y Enrique Peñalosa, puestos aparte
de la confrontación y con propuestas un poco más centristas, por llamarlas de
algún modo, sumaron más de cinco millones de votos. Esto podría significar que
una buena parte del electorado urbano, clase media, está hastiado de la
confrontación y no descarta la idea de algo más pragmático y racional.
El plebiscito, a pesar de que las
encuestas y el gobierno ni lo sospechaban, fue ganado por los del No, con una
votación de casi seis y medio millones, aunque al final, en su estilo y costumbre
Santos se pasó por la faja la voluntad popular y siguió adelante luego de
reuniones y reuniones, con el pretexto de que habían ganado por apenas sesenta
mil votos.
Para el propósito de este ensayo,
se podría especular, pues no hay investigaciones ni estudios sobre la
composición de esos dos electorados, el del Sí y el del No. Por el Sí estaba el
gobierno seduciendo alcaldes y gobernadores y casi toda la clase política gobiernista,
sumados los votos de la izquierda y un importante sector de clase media
intelectual de tendencia izquierdista. Del otro lado, una base fundamental de
votos de la oposición uribista que podría estar en los 3,7 millones mencionados,
sectores más independientes como los que representaban Marta Lucía Ramírez, quien
aparentemente representa cerca de los dos millones que obtuvo en marzo de 2014,
sumadas las asociaciones de víctimas, y algunos sectores religiosos que se
activaron con el tema de la ideología de género, que podrían completar esa
votación.
Esos dos, la primera vuelta del
2014 y el plebiscito, podrían dar luces de una especie de nuevo electorado más
independiente que, aburrido de las posturas populistas y maniqueas de los dos
bandos polarizados reaccionaran y alcanzaran a pasar a primera vuelta con algún
candidato que ofrezca un nuevo modelo de país, que más que un recetario con respuestas a todos los temas se defina por una visión de país. Podría ser alguien como Marta Lucía y/o Fajardo. El asunto es que tendrían que buscar aproximaciones,
aunque bastante difícil pues ambos tienen egos superlativos. Y si, al final, se
aliaran Claudia López e incluso con Ordoñez, podrían estar en la pelea para segunda vuelta.
En ese orden de ideas, si las
votaciones llegaran los catorce millones de votos, este último sector podría sumar
3,5 millones lo que le pondría en la pelea de la segunda vuelta, con grandes
posibilidades de triunfo.
Lo que definitivamente no parece vislumbrarse
en esta coyuntura es la aparición de algún outsider,
alguien de fuera de la política con propuestas de borrón y cuenta nueva,
como surgieron en otros países latinoamericanos en los primeros años de este
siglo.
Matriz de espacios estratégicos
Los espacios planteados
permitirían construir una matriz de intereses y opciones a modo de cuadrante, en
que el que se situarían los bloques y los candidatos entre opciones de
populismo/pragmatismo y, clientelismo/voto independiente. permitirá ubicar los candidatos en función de su origen, sus compromisos y sus propuestas,
Así, en la base del eje X, aparecería como el más clientelista y
populista el bloque de Transición. Al lado aparecería el bloque Anti-acuerdo. Así,
en la base de X se juntan las dos posturas de más de lo mismo. En la parte
superior estarían las alternativas incluido el Anti-todo.
Sobre el eje de Y, arriba de bloque de Transición, aparecería
la opción Nacionalista. Y en la punta superior derecha, se podría colocar la opción
Nuevo país.
En la mitad de los cuatro cuadrantes
resultantes, estaría más pequeño el espacio Anti-todo.
Con ello, los candidatos,
analistas, periodistas y por supuesto los electores podrían identificar la
postura de cada candidato, e incluso de una vez ir definiendo sus preferencias. Incluso hasta al sector empresarial le podría servir para prepararse para el escenario post-electoral.
Si quiere más de lo mismo en sus dos matices, si quiere algo distinto entre el nacionalismo y el anti-todo, o si se aventura a apostarle a construir una nueva realidad. Espero que este trabajo ayude desde ya a ir definiendo las preferencias pues, al fin y al cabo como se ha dicho, al que no sabe para dónde va, cualquier camino le sirve.
Esta matriz podría servir para revisar las campañas más desde el punto de vista de temas programas y compromisos, a diferencia de las campañas convencionales que se manejan con tres criterios: dinero para comprar adhesiones, liderazgos locales y regionales para que hagan clientelismo o incluso compren votos; manejo de medios -compra de publicidad y participación en programas de opinión- y titulares de impacto; y, incluso manipulación de encuestas, como lo explico ampliamente en mi libro La Farsa Electoral.
Si quiere más de lo mismo en sus dos matices, si quiere algo distinto entre el nacionalismo y el anti-todo, o si se aventura a apostarle a construir una nueva realidad. Espero que este trabajo ayude desde ya a ir definiendo las preferencias pues, al fin y al cabo como se ha dicho, al que no sabe para dónde va, cualquier camino le sirve.
Esta matriz podría servir para revisar las campañas más desde el punto de vista de temas programas y compromisos, a diferencia de las campañas convencionales que se manejan con tres criterios: dinero para comprar adhesiones, liderazgos locales y regionales para que hagan clientelismo o incluso compren votos; manejo de medios -compra de publicidad y participación en programas de opinión- y titulares de impacto; y, incluso manipulación de encuestas, como lo explico ampliamente en mi libro La Farsa Electoral.
Las bancadas
Para otro escrito entraré en más
detalle sobre las opciones de bancadas al Congreso, sin embargo, vale la pena adelantar
que las expectativas sobre las listas de candidatos por partidos, sus posturas
y sus campañas, harían prever que, en todo caso, el bloque clientelista de
Transición se podría llevar la mitad al menos de la representación en Senado y
Cámara, al que se sumarían las curules de la izquierda atomizada. El resto, se
repartiría entre los otros tres bloques sumados, aunque lo de los conservadores
está por definir si siguen prefiriendo estar mal acomodados en el Santismo o
irse a buscar un espacio propio. Así las cosas, de ganar en segunda vuelta una
opción diferente de la Transición, la gobernabilidad de ese presidente podría estar seriamente comprometida.
El Socialismo del siglo 21
Ahora, para terminar, no quedaría
el cuadro completo si no se mira la que sería la agenda de las Farc, en esta
coyuntura. Con sus múltiples amigos, unos viejos de toda la vida y otros muchos
oportunistas de nuevo cuño pasa, primero, por la consolidación de los acuerdos
y la garantía de las conquistas obtenidas de Santos. Buscarán conseguir unas
cuantas curules extras en el Congreso adicionales a las que les garantiza el Acuerdo, para
empezar a hacer presencia mediática y apoyar un eventual presidente que les
brinde espacios en el gobierno, todo esto para el 2018.
Luego, para el 2019, con sus más
de 6.000 guerrilleros y otros tantos milicianos, regados por todo el país, en todos
los pueblos de Colombia, disciplinadamente y sin afanes económicos por cuenta de
los sueldos que les pagará gobierno, se dedicarán a hacer política en los
pueblos. Una política simplista y muy fácil. Criticar a los ineficientes y corruptos
alcaldes y afirmar que ellos sí van a recuperar lo público para el pueblo. se organizarán como un partido de masas con una férrea y efectista disciplina de estilo estalinista. Su
objetivo será entonces construir y consolidar un poder político local. Ganar unas
cuantas alcaldías y conseguir concejales en cada municipio y, uno que otro
diputado departamental. Para entonces sí, al 2022, ir con todo con su modelo de
Socialismo del siglo 21.
En contraste, la atomización y el
cortoplacismo de las demás fuerzas políticas, que poco a poco irán
desapareciendo o siendo absorbidas por bloques más definidos, de acuerdo con sus
intereses particulares de sobrevivencia y presencia política.
Sin embargo, pues según lo planteado
y un poco pensando con el deseo, no todo está perdido.
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SUGERENCIA:
1. Revisa la matriz y los candidatos que conoces y ubícalos en el cuadrante que corresponda .
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